AHORA ESTOS DÍAS

Estos días
andan canciones que me gustan,
soy emoción a un espacio en vista,
                         y ando de amigos.
Con una rosa en alto y el celeste       urgiendo vuelvo al oasis de los misterios niños, hago sonrisas a las risas viejas, perdidas las llagas.

Vuelvo con muchas más palabras
nacidas de abrazos y lamentos,
está la diosa del canto y las miradas
y el polvo tapa fracaso y                                                       descontento.


Vienes
en verdes y recuerdos.
Más allá del camino
donde la tibieza anida,
espero
Tendidas las manos,
un río calmo te acuna estos días.
Cuando llegues
abrazaré  tu cielo.
Vienes,
te espero.

Fuerte mi corazón, si. Quedó demostrado anoche, ya que no he muerto. Allí los pajarracos, a metritos  nomás, empeñados en sacudirme del cuello a cada rato. Suerte que algunas canciones no escuché, ya que estaba pensando en mis cinco hijos, mientras me daba cuenta que mis ojos se desbordaban. Mi hija mayor me llamó una tarde por teléfono desde Salta, ó San Luis, ó que se yo, para decirme “papá, en el auto vengo escuchando a Serrat y me acordé de vos”. Pensé, debiste acordarte de los dos, de vos y de mí. Al otro día, casualidad, me llama desde Uruguay el mayor de los varones y me dice “viejo, cada vez que escucho a Serrat, te recuerdo”. Carajo, pensé, ¿es que he hecho algo bueno estos días?. Y anoche, justamente, mi hijo mas chico me ha dicho por teléfono: “Estás cerrando círculos”. Es eso, es eso, es eso –pensé-.

Allí estaban los pajarracos, con el Nano, en una cita que tardó cuarenta años. Y a Sabina, dándole yo el lugar exacto que ocupa en mi vida: un mal necesario, Es que siempre me recuerda mi parte de perfil más bohemio, desganado, insolente, y hasta pendenciero, si hace falta. Claro que yo no estaba solo. Estaba con la mujer que recogió mis pedazos, y me reinventó. La que me mira y sé que precisa. A la que no necesito mirar para que sepa, que cosa ocupa mi cabeza -es más inteligente que yo, claro-. Así que aquí estoy, estrenando un círculo más, feliz de saber que no he de morir por ahora, ya que tengo mucho que hacer, mucho por amar, MUCHO POR VIVIR, porque soy como un árbol talado, que retoño, y aún tengo la vida.


EL AMOR


Bebiendo alientos,
desnudo bajo el hechizo de los brazos,
aromado y sutil estrena besos .
Pálido desvela la ternura
que pasea en sus manos.
El amor busca cobijo entre dos cuerpos,
se aferra al lecho, suspira y duerme.

EN ABRIL

En abril, tal vez muera –de noche-. Total habré llorado, apuesto, e impactará mi traje de emoción. Al momento, enfrente, su figura amada, semicalva, su gola impecable, su sonrisa de bueno, y una danza de recuerdos setentistas –cuando Argentina fue silencio, y él, de vez en cuando andaba por acá abriendo párpados, golpeando orejas, esperanzando- Puedo morir en abril, con la mujer de veinte brazos cerca, viendo a mis otros amores transparentes y salinos. Si partiera en abril, Señor Sabina, será que mi traje de emoción me ha sofocado, y nuestro catalán insiste en alumbrar.

HUELLA


Allí estan rodeados de corcheas.
Alegrando a los ángeles con sus poemas …
Se fueron  despacito…con la humildad de los maestros,.
Dejan  su huella imborrable…
La tristeza cae en una simple estrofa.
El alma hecha canción acunará su silencio .

CUANDO ME VAYA






Y me iré, casi transparente
iluminada de caricias.
Sin pronunciar tu nombre,
Quedamente.
Sin palabras que hieran,
sin reproches que ahoguen,
dejando mi perfume entre tus sabánas,
Para que te abrace, cuando me vaya.

GRIS





El sol golpea mi cara.
Las lágrimas secas se tatúan.
Si ser feliz es utopía,
guardo los grises para días,
en los que nada alegra.