Fuerte mi corazón, si. Quedó demostrado anoche, ya que no he muerto. Allí los pajarracos, a metritos  nomás, empeñados en sacudirme del cuello a cada rato. Suerte que algunas canciones no escuché, ya que estaba pensando en mis cinco hijos, mientras me daba cuenta que mis ojos se desbordaban. Mi hija mayor me llamó una tarde por teléfono desde Salta, ó San Luis, ó que se yo, para decirme “papá, en el auto vengo escuchando a Serrat y me acordé de vos”. Pensé, debiste acordarte de los dos, de vos y de mí. Al otro día, casualidad, me llama desde Uruguay el mayor de los varones y me dice “viejo, cada vez que escucho a Serrat, te recuerdo”. Carajo, pensé, ¿es que he hecho algo bueno estos días?. Y anoche, justamente, mi hijo mas chico me ha dicho por teléfono: “Estás cerrando círculos”. Es eso, es eso, es eso –pensé-.

Allí estaban los pajarracos, con el Nano, en una cita que tardó cuarenta años. Y a Sabina, dándole yo el lugar exacto que ocupa en mi vida: un mal necesario, Es que siempre me recuerda mi parte de perfil más bohemio, desganado, insolente, y hasta pendenciero, si hace falta. Claro que yo no estaba solo. Estaba con la mujer que recogió mis pedazos, y me reinventó. La que me mira y sé que precisa. A la que no necesito mirar para que sepa, que cosa ocupa mi cabeza -es más inteligente que yo, claro-. Así que aquí estoy, estrenando un círculo más, feliz de saber que no he de morir por ahora, ya que tengo mucho que hacer, mucho por amar, MUCHO POR VIVIR, porque soy como un árbol talado, que retoño, y aún tengo la vida.

1 comentario:

LIA50 dijo...

Llegó Abril...y yo respiraba tu emoción...feliz de verte feliz...contuviste una lágrima, esa que cae por mi rostro después de leerte.Te quiero!!! Gracias Lía.