DUERME


Llueve y me reparto en miles. El viento lleva al río

dos rostros asombrados, mis labios degustan sabores

recientes, el pulso me vuelve a la tierra aunque resisto.

Ella aquí, su palidez desmayada. Por cerca bebo lo tibio

de su aliento, resucitada mi frente, cautivo de la rosa

inocente de su boca. Ella duerme ahora, mientras velo

aguardando el verde de sus ojos, y al hombre ilimitado

que dijo la enloquece.

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