SENSACIONES
De ser ave en tu tersura
de enfatizar tú sangre
de sublimar silencios agotados
hice de mis sueños besos.
Acaso el verde que me nutre
olvida ser mirada en la penumbra
es humo la razón por la ventana
y tensa la pasión entre las manos.

SEGUIRÉ AMANDO


Lúgubre, acosando,
otra vez pasa a mi lado.
Traicionera sigilosa,
oscura y penando.
Déjame vivir sin miedos!
No me quites lo amado!
Antes… lleváme contigo.
Y … volveré en el viento,
en la brisa del verano,
seré, la lluvia en su rostro,
la tierra en sus manos,
cuidaré de sus sueños,
en la noche…
quien bese sus labios….
No seré un alma en pena!
solo, seguire amando...

LA DIETA


Decidió tomar el toro por las astas y creyó que la mejor solución para aquellos kilos de más que la molestaban, era internarse en una clínica especialista en ello. Sin pensarlo demasiado llamó y en un santiamén le dijeron que sí…que había lugar, el lunes era el día indicado.
Preparó sus cosas, ropa deportiva, zapatillas, con mucho entusiasmo. Al llegar comprobó, que había casos graves de obesidad. Comenzaron con una serie de análisis, le dieron una guía de las actividades previstas, creyó que no podría hacer tantas después de tiempo sin moverse. No se dejó amedrentar, se calzó las zapatillas y comenzó la caminata, feliz de la decisión que había tomado. Cuántas vueltas darían?…uff, las gotas de transpiración caían por su cara…pero ella seguía. Chicos elonguen , que vamos a la clase de ritmos latinos…que suerte! Le gustaba bailar. Al ritmo de la salsa comenzó la clase, que bueno! Cha cha cha, cha cha cha…al cabo de quince minutos y del uno dos tres de la profesora…ya quería dejar, comenzó a hacer pasitos en el lugar, pero ante el mueva! mueva! volvía al baile.
Elonguen que comienza Tai Chi, con la remera empapada en sudor, pensaba, si cada gota es un gramo que se va, bienvenido sea.
Tai Chi era más tranquilo, pero le hacían mover músculos que no sabía que tenía.
La hora del almuerzo estaba llena de risas y bromas, claro era la única manera de superar el mínimo plato de comida que le daban…nos mirábamos unos a otros…gorditos hambrientos.
Las charlas de alimentación y autovaloración eran valiosas, trataba de asimilar todo, para cuando saliera de allí.
El día no había terminado, la pileta era el escenario para acqua gym, creyendo que en el agua el cuerpo no pesa, disfrutando de un bello día de sol, al ritmo de Cheyenne, y tratando de no tragar agua, siguió el ritmo.
La cena era el encuentro de seres sin habla…de tan cansados que estaban. En la cama, desmayada… pensó en los catorce días que le restaban…mujer tu puedes!! Y se durmió.

AS DE ESPADAS
   Ni se habían dado cuenta los paisanos que frecuentaban el boliche de campo, noche a noche, vino a vino, ginebra a ginebra. Gustaban de jugar al truco, entre gritos, respetuosos si, pero gritos machos, semiperdido el grupo en el humo de cigarros baratos y escasa luz. No se habían dado cuenta –en el campo las fechas no son muy precisas-, que transcurrió un año, desde la muerte de Floro Rojas. Le dio una pataleta –dijera José Montiel-, cuando después de un truco-retruco-vale cuatro, Rojas casi rompe la mesa de un manotazo soberbio, con el as de espadas ganador entre los dedos. Y detrás, fue su cuerpazo, fulminado por un infarto, tirando de la mesa copas, ceniceros y escarbadientes usados. Quedó seco, aportó Jaime Rodríguez, con ojos de asombro, excedido en su habilidad para atrapar al vuelo la botella de vino tinto casi llena.
Doña Edith, que regenteaba el boliche, gallega en todo –menos en la tierra que tenía debajo de las uñas-, si, se había dado cuenta, con sus negros ojos de verlo todo.  Había revisado y contado las barajas españolas de cada mazo, sin encontrar faltante alguno, nunca. Montiel y Rodríguez, de profesión domadores de potros, hombres recios, dicen por allí, que se disputaron los favores de doña Edith, pero que el que de madrugada, cerrado ya el boliche, volvía para entrar por la puerta trasera y a oscuras, era don Jaime Rodríguez. Dicen.
Nadie se había dado cuenta, que mezcladas las barajas como las mezclaran, y cuantas veces quisieran, desde aquella noche en que el Señor se llevó a don Floro, en las partidas, nunca apareció el poderoso as de espadas. Cosas del azar, seguramente, o acaso, cada paisano jugador, negara poseerla.


MUJER


Manto que abriga,
meces los sueños.
Suave acaricias y curas heridas.
Noches en vela, esperando partidas.
Sigues tu rumbo,
nada te detiene.
Ante las tormentas,
estoica quedas.
Sueltas unas lágrimas,
retuerces tus manos.
Pero enfrentas la vida.
Y sigues…
Demuestras que la vida
está en ti, Mujer…