EN LO ALTO
Tal su altura, una mujer inapelable
de manos de viento, de ágiles ojos y
apasionada verba, andaba por Jaén
sometiendo el tiempo con minúsculos pies.
Era mayo y España dudaba,
mi vista derramaba olivos
y fui feliz lo que mi cuerpo pudo.
Mi memoria de angustias abonadas
anidó las risas de esa tarde joven,
más luego el tren puntual y frío,
llevó a la eternidad al beso y las palabras.
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