CARA DE PERRO

De niño, fui explorador de los rincones de Ituzaingó, Provincia de Buenos Aires. Adoraba sus calles, la estación de tren, sus jardines.
Ambulé, gomera en mano por sus baldíos y montes. A unas quince cuadras de la estación, empezaba la zona preferida de mis amigos y yo: la de quintas.
Estas, en invierno, permanecían cerradas, sus piletas de natación vacías. La época, coincidía con la producción natural de mandarinas, naranjas y quinotos.
Una de las quintas, era de Cara de Perro, encuadrado en Los Negadores de Fruta Irrecuperables. Tipos, que prefieren ver la fruta podrirse en el suelo, antes que convidar a un pibe
La quinta del antipático Cara de Perro, sus frutales, era objetivo permanente de nuestro apetito. La tarde de julio, en que decidimos el saqueo, se presentaba propicia. Sin vecinos a la vista, Donato, Semilla, Pipi, Conrado y yo, procedimos. Conrado quedó de vigía, apoyado en la tranquerita, del lado interno. Nuestros buzos se inflaron de exquisiteces.
Desde su posición, por lo tanto, Conrado fue el primero en palidecer, cuando vio que la puerta del chalet se abría. Despeinado, con los ojos enrojecidos y a medio vestir, Cara de Perro corría por la doble vereda de lajas, enriqueciendo nuestra colección de malas palabras. Tanto que hasta el mismo Semilla, as interbarrial de puteadas y carajeadas, se sorprendió.
En segundos, Cara nos amontonó a los cinco contra la tranquera, a fuerza de insultos variados y apoyado por una negra escopeta, cuyos caños pasaban muy cerca de nuestras narices agitadas. Semilla, guapo entre guapos ensayó un creíble:

-¡Pe-perdón, señor!

Pipi lloriqueaba tembloroso, consolado apenas por su hermano Conrado. A Donato, se le escuchaba el paso de la saliva por la garganta y yo sentía que era una lástima, morir a los diez años a manos de ese ogro.
Después de hacernos dejar las frutas en el piso, Cara de Perro rugió:

-¡Ahora... a la comisaría!

No conocía por dentro la “Morón 5ta”, pero sí sabía de sobra de mi viejo y su cinturón. En ellos pensaba, cuando algo oí de “Juez de Menores” y “Reformatorio”, Para entonces, Pipi lloraba como Adrianita en “La niña del gato”.
De pronto, Cara de Perro enmudeció. Nos repasó a los cinco con mirada de diablo, y dijo tajante:

-Yo, me voy a vestir y a sacar el auto. Pero voy a estar vigilando... ¡al que quiera escapar lo cago de un tiro!
¿Entendido?

De pasar por allí en verano, conocíamos bastante de Cara y su familia, de su esposa excedida en peso que jamás usaba malla, de sus dos prolijas hijas de nuestra edad - que jamás nos saludaron-. El alto y grueso cerco de ligustrinas, permitía ver detalles de asados con invitados y tardes de piscina, donde se destacaba el vozarrón de Cara de Perro, a quien siempre supusimos militar, por su corte de pelo y bigotazo negro

La tarde trágica, Cara, ciertamente tardó en salir y susurramos una fuga. Pero no nos movimos. ¿Y si conocía nuestras casas y aparecía por allí? El cinturón y mi viejo reaparecieron en mi mente.
Bien peinado y vestido, más sereno, Cara se acercó a nosotros. Nos habló de la frialdad de los calabozos en invierno, del mal trato, otra vez del juez de menores, del reformatorio, etcétera. Pero lo mejor que dijo fue:

-Bueno... agarren la fruta y llévenselas. Pero si los llego a ver por aquí otra vez... ¡les rompo el culo a patadas! ¿Entendido?.

¿Entendido? Claro que sí. Sentados en la alcantarilla de la esquina, esperando que los corazones se normalizaran, vimos salir el auto de la quinta. Al pasar junto a nosotros, Cara de Perro se llevó el índice a su ojo derecho, estirándolo hacia abajo. La joven que iba con él, se tapó el rostro con el pelo.



3 comentarios:

Ruth dijo...

Mi querido Tano, por jugarretas de la red no se publicó mi comentario hace unos días. Va de nuevo...
Me encantó!!! que aventuras no? la inocencia de la infancia nos hacen ver con magnitud las vivencias.
Y la benebolencia del Cara de perro(imagino un buldog jeje) , me cautivó.
Gracias Tano por poner la chispa de una emoción que perdura por siempre.

Besos

LIA50 dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
LIA50 dijo...

Tus cuentos son pinturas de recuerdos hoy leo tus andanzas y casi me parece verlo...Beso Lía