LABIOS PINTADOS SUAVEMENTE



Un año de milicia en el sur, me habían alejado del barrio, obligadamente. La noche del mismo sábado en que retorné a mis pilchas civiles, me presenté en el club a retomar vínculos, y fui recibido con abrazos, como si en realidad, volviese de la guerra. Había baile. Cuando vi a Regina, sentí que mi corazón se salía de ritmo. Cambiada, desde nuestros tiempos escolares. Aquel pelo rubio, rizado, había oscurecido, y resaltaba más sus ojos verdes. Sus labios pintados suavemente me inquietaron. Pese a estar sentada, en su cuerpo se veían redondeces equilibradas, deseables.
Regina, compartía la mesa de chapa con amigas que yo no conocía. En un encuentro de miradas la saludé agitando alegremente la mano. La música, no me dejó escuchar el, hola, que creo dijo.
En el transcurso de la noche, bailé con chicas conocidas del barrio. A las dos de la mañana, pensé que era el momento de hacerlo con ella y me acerqué, suficiente y confiado, a su mesa. Aceptó mi invitación con una sonrisa, y ya en la pista, sentí en mi mano derecha el calorcito de su cintura, y reflejos del movimiento de sus caderas. Reímos recordando anécdotas.

-¡Ayyy!… ¡Cuánto hacía que no bailaba!- dijo Regina en un momento, al parecer feliz.

-También yo, Regi.

-Vos bailabas de otra forma en el sur- dijo cerca de mi oído, riendo.

-¡Siiiiiiiiiiiiii!...-respondí, festejando su ocurrencia.

-Voy a mi mesa. Tengo sed-dijo una vez terminado el quinto o sexto tema que bailamos.

Accedí. Pero me encargué de averiguar si podría invitarla nuevamente. Su “sí”, fue mágico. No me faltaron ganas, de instalarme en la mesa junto a ella y sus amigas. Pero no lo planteé.
Una hora después, volví por ella. Creí, que no me esperaba, porque su gesto fue distinto. Su sonrisa fue distinta. Esquivó mesas para llegar a la pista como antes, pero noté rigidez en sus movimientos.

-Me hubieses invitado antes- dijo mirando el piso, sonándome a reproche.

Cuando nos enfrentamos miró hacia un costado, no a mí, como antes. No sonría, estaba molesta -¿conmigo?- justamente cuando había juntado coraje para invitarla a salir en la semana. Insistía en mirar hacia la puerta de entrada, y en consultar la hora en su reloj. Quedé perplejo, cuando luego de haber bailado una única pieza, pidió irse a sentar.

-Es que está por venir Aldo- dijo.

-¿Qué Aldo?-pregunté.

-Aldo P., mi novio-aclaró, acelerando el paso.

¿Aldo P., novio de Regina? ¿El peor enemigo que me dejaron las bolitas, las figuritas y el fútbol, novio de…?

-¿Me decís en serio?-interrogué casi corriendo detrás de ella.


No contestó. Se sentó y echó otra mirada a la puerta. Justamente entraba Aldo P., con su rostro hosco de siempre, su panza crecida, y su ya escaso pelo, por entonces. Seguramente, había terminado su turno en el colectivo que manejaba. La besó apenas. Luego, de piernas bien abiertas, se desparramó en la silla junto a ella. Regina no volvió a mirarme. Siempre supe que él no bailaba, así que allí quedarían hasta el final de la velada, mirando. Estacionado a cinco metros de ellos, sentí que un mozo me golpeaba la cabeza con su bandeja, cargada con dos cervezas, algunas gaseosas y dos atados de cigarrillos de tabaco negro. Luego de pedirme disculpas, se dirigió tan rápido como pudo a la mesa de Aldo P., quien reclamaba fastidiado su pedido.

6 comentarios:

Cati dijo...

Misteriosa historía Tano.
Misteriosa mujer.¿Porqué no la acompaña, Aldo al baile?
Y,porqué ¿No quiere que descubra que baila contigo?
Espero que nos lo cuentes, en breve.
Me ha encantado, como siempre
Un abrazo
Cati

Ruth dijo...

Algo se trae entre manos la tal Regina, pregúntome por que anda con Aldo? esperemos el desenlace...gracias Tano

LIA50 dijo...

Como siempre, tan bien relatado, haces que viva in situ la historia.Besos Lia.

Unknown dijo...

Ay, niñas...veo que no les van los finales truncos. La historia es real. Durante mi servicio militar no tuve novia. Al salir, lo hice con todas las antenas alertas, y justo dí con Regi, que había cambiado mucho desde la niñez. Pasó lo que relaté y punto. Ella se casó con Aldo, y al poco tiempo, yo con mi esposa. Supongo habrán sido felices, como lo fuí yo. Pero, si traje la anécdota, es porque la recuerdo (¿me recordará ella?)Y, Cati...Aldo nunca la dejaría bailar conmigo, porque fuimos "enemigos" en juegos infantiles. ¿Conformes? jajajajajaaa...un beso a ambas (uno para cada una)- Tano

Mayte® dijo...

Tano.

El escrito es una maravilla, pero menudo susto me he dado con ese pedazo de boca.No había una un poco más grande??.(perdona la ironía eh).

Es un placer leerte y cuando es narrativa incluso más.

¡Felicidades!

Scarlet2807 dijo...

Maestro, ¿y la novela cúando?
Que bién que relatas, tú ya sabes que los relatos son mi pasión, mucho más que la poesía

Un beso, Scarlet2807