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“PERIQUITA CONOCE EL MAR”

Había una vez una linda niña a quien sus padres le llamaban cariñosamente Periquita, debido a que tenia un rostro redondito y con su cabello a la oreja , lacio y negro, se parecía al personaje de un comic que ilustraba las tobilleras que ella usaba y así mismo se llamaban…Periquita.

Periquita vivía feliz al lado de su familia, papá, mamá, dos hermanas y un hermanito bebé...diariamente iba al kinder de la mano de mamá, durante el recorrido iba observando los lugares por donde caminaban, la fabrica de dulces era la que mas le llamaba la atención, porque en el exterior había dos grandes tambos de dulces que vendían por kilo, era un deleite ves unas barras de dulce cristalizado de color rosa, semejantes a las piedras de alumbre…mas que su sabor era su aspecto de piedras preciosas lo que le, gustaba.
Los domingos salían a pasear todos juntos al parque o a Chapultepec, siempre convivían con sus abuelos, quienes vivían junto a ellos, por esto es Periquita los quería mucho, el abuelo caminaba con la ayuda de dos bastones, y todas las tardes se sentaba el portón de entrada a mirar a sus nietas mientras jugaban en la banqueta con la vecinita.

Y así transcurría los días de felicidad, hasta que sin saber que ocurrió un día dejó de ver a su papá, no supo que pasó, no preguntó por él, fue un golpe muy fuerte, Periquita lloró, se puso muy triste y se volvió una niña temerosa… ¿cómo no serlo? si perdió a quien le daba seguridad…

El tiempo transcurrió y Periquita creció, a sus nueve años su vida cambió drásticamente.
Después del encierro en que vivieron por la falta de padre, mamá decide sacar a sus hijos de la gran ciudad y los lleva a pasear al Puerto cercano…

Que experiencia tan maravillosa, ¡hacer un viaje en tren!! Periquita se sentía dichosa, todo era nuevo para ella, sentir el vaivén del tren mientras viajaban acostados en literas sería un recuerdo que la acompañará toda la vida.

Cuando llegaron al Puerto, lo mas maravilloso fue ver el mar por primera vez, que sensación de inmensidad, escuchar el sonido de las olas, percibir el aroma de mar, sentir su sabor salado, disfrutar el tacto de la arena, como poder transformarla en diversas formas si esta mojada, y cómo se deslizaba entre sus dedos cuando esta seca…fue para ella un cúmulo de sensaciones que le dieron nuevo rumbo a su vida…

Mamá decide quedarse a vivir en el Puerto…Periquita volvió a ser la niña alegre de antes, los días de tristeza y encierro habían quedado atrás…Colorín colorado.

1 comentario:

Unknown dijo...

Meguita que sutil, que simple tu relato. Me encantó, amiga querida. Nos dedicaremos al relato finalmente ?- te mando un besito, Mega y gracias - Tano